Serían tantas cosas que le diría a mi niño de la infancia si pudiera que el tiempo que me diesen seguramente me quedaría corto.
Empezaría diciéndole que a pesar de todas las tormentas por las que va a pasar, que en todas va a encontrar la luz al final, que no hay tormenta que no acabe, y que de cada una de ellas va a salir mas fuerte y reforzado.
Que va aprender a defenderse de varias maneras, que los problemas seguirán por mucho tiempo y seguramente sienta que no pueda más, pero que siga adelante, y que no tarde tanto en encontrar a Jesús como hice yo, porque todas las luces al final de la tormenta, está él dando la mano.
Nunca es tarde para aprender, pero si le pudiera dar un solo consejo, sería; “Se siempre tu mismo sin que nadie te cohiba y agarra la mano del Señor que será quien te guíe en tu camino.”
Mi mini yo no tiene ni idea de todo lo que se le aproxima en su vida, pero estoy seguro de que si hubiera tenido al Señor mas presente todo hubiera sido un poco más diferente.
Vuelvo a empezar, y no quiero dar ni un paso atrás, solo quiero seguir mejorando, afrontando, construyendo y haciendo la voluntad de lo que hay para mí. Se que cosas bonitas vendrán una vez pase este tormento y aprenda sobre todo lo que estoy viviendo ahora mismo.
Por eso digo, siempre llega la luz al final de la tormenta.
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